Leyenda
Se cuenta que en vísperas de la terminación de la torre de la iglesia, el Diablo en persona se le dio por derrumbar la misma y pegando un brinco se aferró a ella zarandeándola fuertemente sin poder llevar a cabo su vil cometido. Mas la torre quedó un poco torcida, según se dice.
El Diablo, de todas maneras muy frustrado, saltó entonces a un pozo público cercano tomando las aguas de este un fuerte sabor a azufre, siendo clausurado de inmediato.